La pandemia fue un duro golpe para sus poblaciones de mayor riesgo, entre ellos los adultos mayores quienes debieron alejarse de sus seres queridos y permanecer en encierro para evitar contraer el COVID-19, aumentando con ello la ansiedad, la depresión y perdiendo su autovalencia. En una sociedad que le da importancia a la productividad, los abuelos son asumidos como jubilados y, lamentablemente, desplazados en el día a día.
Hasta antes del retiro de mascarillas y restricciones, múltiples programas y talleres impartidos por el CESFAM de San Vicente de Taguatagua buscaron mantener activa a esta población, incentivándolos a una alimentación sana, permanecer en movimiento y también unir lazos con otros adultos mayores para evitar la abrumadora soledad.